Una mujer encontró al animal en Costa Chica y dio aviso a las autoridades; tras dos meses de tratamientos y sanar las heridas que tenía, regresó al agua
A mediados de julio, una mujer recorría las playas de Costa Chica cuando se topó con alguien que definitivamente no debía estar ahí: una tortuga verde (Chelonia mydas). A sabiendas de que su hábitat natural es el fondo del mar y no las costas, llamó rápidamente a la Fundación Mundo Marino para informar la situación y se quedó con ella hasta que llegaron. Finalmente, después de dos meses de tratamientos, cuidados intensivos y rehabilitación, la historia tuvo una final feliz porque el animal regresó al mar de las playas de San Clemente del Tuyú.
El 14 de julio, en plena temporada invernal argentina, la tortuga de edad juvenil ingresó al centro de rescate con un grave cuadro de hipotermia, lo que hizo que los especialistas idearan un plan para su rehabilitación. “Presumimos que el animal se encontraba en un estado de brumación, un estado de letargo por el cual estos reptiles, en vez de migrar hacia aguas más cálidas, deciden permanecer en aguas frías, con una actividad metabólica muy baja para ahorrar energía”, expresó Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino.
Pero, ¿cómo llegó el animal a las playas de Costa Chica en pleno invierno? El biólogo indicó que una de las posibilidades que barajaron fue que la tortuga verde pudo haber sido removida del fondo marino por redes de arrastre. A su vez, informaron que la mayoría de estos ejemplares, que terminan en aguas bonaerenses, provienen de la Isla volcánica de Ascensión, de Reino Unido, lugar que cuenta con la segunda población más grande del Océano Atlántico. Incluso, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) su estado de conservación está “en peligro”.
A partir de su rescate, la tortuga fue sometida a un tratamiento para recuperarse y regresar a su ambiente natural. Además de la hipotermia, debido a su inmovilidad, varios crustáceos terminaron alojándose en la parte inferior, las aletas y el caparazón. Esto le provocó al animal dolorosas heridas que fueron tratadas con antibióticos y analgésicos.
En cuanto al tratamiento, según indicaron, se le realizó una terapia térmica en una pileta con agua a 25 grados para brindarle confort. En un video que compartieron desde la fundación se pudo ver a la tortuga nadando en las cálidas aguas. Asimismo, también se realizó una fluidoterapia vía endovenosa para revertir su leve deshidratación y también se tomaron muestras de sangre y materia fecal.
Paralelamente, se pidieron placas radiográficas, puesto que, según explicó Juan Pablo Loureiro, médico veterinario y director técnico de la Fundación Mundo Marino, el 96 por ciento de las tortugas verdes vivas que ingresan al centro presentan “interacción negativa con plástico”.
Tras los resultados, los especialistas seguramente esbozaron una leve sonrisa, ya que no encontraron en su interior “elementos extraños compatibles con basura marina”.
El proceso de recuperación de la tortuga fue óptimo. Al poco tiempo de llegar al centro comenzó a comer por sus propios medios y a subir de peso y Loureiro comentó que tuvo una respuesta positiva a los tratamientos. Tras una extensa evaluación y estudios que arrojaron valores normales, los especialistas consideraron que estaban en condiciones de darle el alta al animal y devolverlo al lugar al que pertenecía.
Finalmente, la mañana del lunes 11 de septiembre, después de casi dos meses de rehabilitación, el equipo de la Fundación Mundo Marino reinsertó a la tortuga verde en las playas de San Clemente del Tuyú. Curado, rehabilitado y en óptimas condiciones, pudo regresar a su hábitat natural.