Tengo 55 años y estudié comunicación. Cualquiera que haya mirado durante muchos años los programas de Mirtha Legrand puede entender la política argentina a través de los dichos de Mirtha. La “Chiqui” tuvo posiciones reaccionarias a favor de genocidas, abusadores, homosexuales, artistas comprometidos, etcétera.
Tuvo comiendo en su mesa a todas las personalidades del espectáculo y de la política argentina durante décadas, y todos la respetan.
Siempre preguntó y repreguntó. En ese ejercicio de preguntar, hoy, con más de 90 años, fue encontrando respuestas. Al punto que pareciera una periodista de izquierda o que defiende lo público cuando arrinconó a Luis Brandoni por haber hablado mal de ella al proteger al INCAA.
Está bien que una persona que fue una gloria del cine nacional defienda a la industria cinematográfica y a sus artistas. Lo que estaría mal sería no aprender con los años y no defender las causas dignas.
Y eso no la hace kirchnerista, ni peronista, ni roja, como piensan algunos parados a la derecha de la derecha, envalentonados por el triunfo de Javier Milei, Donald Trump, etcétera. Que justifican cualquier acto egoísta como un recorte del gasto público, sin pensar ni entender que detrás de eso hay personas que trabajan y se emocionan con el cine.
Y si hubiera una película mal financiada o algún gasto injustificado, tendrá que revertir para que no vuelva a pasar. Y todo sigue. Y si hay que cambiar una persona que administró mal, se la cambia. Pero no neguemos la función del Estado porque uno u otro funcionario o gobernante no está a la altura de su tarea.
Juan Botana es escritor y licenciado en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires. Es autor de los libros Recovecos, Toda la voz de América en mi piel, Amores truncos y Sin ojos que los miren.